Despertar

A tientas, buscando el interruptor de la mesilla, peinando con los dedos la más negra oscuridad. En la habitación no se encontraba ni un pequeño esbozo de luz que ayudara a Ángel a alcanzar su objetivo.

Silencio. El eco sordo respondía a su respiración, esta empezaba a acelerarse.

Pie descalzo al suelo, frío, desnudo, la loseta helada le transmite un escalofrío que recorre todo su cuerpo. Apoya la mano en el borde del colchón para ayudar a incorporarse e intentar orientarse. Comienza a rodear el colchón buscando algo conocido a lo que asirse.

Tras una vuelta completa, se detiene, se sienta sobre el colchón e intenta rememorar dónde se quedó dormido la noche anterior. A pesar del esfuerzo en recordar los momentos previos, ningún resultado golpeaba su memoria.

– ¿Hola?. ¿Hay alguien?

El silencio como respuesta consigue agitar aún más su respiración. Inquietud, desorientación, ansiedad.

– Alguna explicación tiene que haber… ¡¿Hola?!.

Se levanta y camina tímidamente, con los brazos extendidos, esperando encontrar una pared por la que seguir indagando.
De repente, la sensación de un tejido roza la palma de sus manos abiertas. El susto del inesperado encuentro hace que Ángel encoja sus brazos y se estremezca de miedo.


– ¿Hay alguien ahí?. ¿Qué está pasando?

Lentamente, vuelve a extender sus brazos para reencontrarse con aquello que segundos antes había tocado. Palpa de un modo nervioso el tejido mullido que tiene en frente, que abarca mucho más de lo que sus brazos llegan a alcanzar. Ofrece firme resistencia cual pared tapizada y acolchada se tratase.

Se gira, se apoya y toma aire profundamente. Al instante, un golpe metálico resuena de fondo, acompañado de una luz colándose bajo lo que parece una puerta. El sonido de unos pasos acercándose a la estancia provocan que Ángel se quede petrificado, inmóvil. Sentía en la sien los latidos de su corazón acelerado.

Se encienden las luces de la habitación. Un pequeño golpe sobre la puerta y se abre un pequeño ventanuco tras el que aparece la figura de un celador. Habitación aséptica, blanca, impoluta. Paredes acolchadas hasta el techo y la única compañía de un colchón sobre el suelo.

Toshiba Folio 100

Hay veces que por una de esas casualidades acabas recibiendo un nuevo juguete, que finalmente acabas adoptando. Pues en este caso acaba de caer en mis manos la tablet Toshiba Folio 100, y como me gusta compartir algunas de las cosas que hago, os cuento qué he hecho con ella.

Por sus características, es un gadget interesante:

  • Pantalla de 10’1 de resolución 1024×600, capacitativa
  • Procesador 1GHz nvidia Tegra 2
  • 512 Mb RAM
  • WiFi n
  • Bluetooth 2.1
  • Memoria interna de 16Gb
  • Ranura para tarjetas SD de hasta 32Gb
  • Entrada USB 2.0
  • Salida HDMI
  • Salida auriculares 3,5mm

Su aspecto es bastante decente, se encuentra un escalón por  debajo de las famosas iPad o Galaxy Tab, ligeramente plasticoso pero robusto.

Todo muy bonito, pero… el firmware y la adaptación de android desarrollada por Toshiba es un auténtico desastre. Entre los problemas, personalmente encuentro:

  • Bloqueos frecuentes
  • Tiempo de respuesta aleatorio (teclear puede convertirse en una tortura)
  • OpenGL antiguo (v1.0) que limita el uso de aplicaciones basadas en versiones más potentes
  • Sin aplicaciones de Google
  • Market de Aplicaciones de Toshiba, bastante limitado. Ni rastro del Google Market.
  • La pantalla es mejorable. En el ángulo de visión correcto la imagen se ve bastante bien, pero con un pequeño ángulo la pantalla simplemente no se ve.
  • … y una larga lista de pequeños detalles que hacen de esta tablet algo desesperante.

¿Mi opinión personal? Si no eres aficionado a la tecnología, no pierdas el tiempo… este gadget no es para ti. A excepción de la pantalla, el hardware es bueno. El gran problema que tiene esta tablet es el software… y eso, por suerte, es subsanable.

En xda developers ya tienen bastante estable una versión más que aceptable de android 2.2 con todos los problemas «de fábrica» solucionados. Gracias a Dexter_nlb podemos disfrutar de una tablet interesante. ¿Problemas con el inglés? La versión traducida de Google se entiende bastante bien.

Estoy bastante seguro que en un par de meses aparecerán en el mercado tablets con android mejor integrado a un precio razonable, así que si puedes esperar… sólo son unos meses.

Lo siento…

Lo siento… siento haber sido tan complicado, tan poco comprensivo, tan cobarde al no querer enfrentarme a lo que realmente necesitaba.
Siento haberte causado tanto daño, con lo bien que siempre te has portado conmigo. Siento no haber tenido la madurez suficiente como para entender lo que me pasaba, entender que la ansiedad no es buena consejera.

Lo siento… más de una década he necesitado para entender que siempre eras tú, que siempre has sido tú.
Decenas de caras tras una cerveza o un café para descubrir al alma gemela, pero siempre estaba tu recuerdo.

No espero que me perdones, no espero una nueva oportunidad… simplemente decir que, hoy más que nunca… lo siento.

Fotografía de Kennedy Garrett.

Huellas en la arena

Una nueva ola pasa por encima de las huellas que acabo de dejar sobre la arena.
Nuevamente se borra todo rastro de mis pasos.

– ¿Hola? ¿Estás ahí? – Pensaba que estabas al otro lado de la cama, como de costumbre. Estirando el brazo para entrelazar mis dedos con tus cabellos no conseguí más que acariciar el cálido aire de la noche de verano.

Me incorporo sobresaltado, algo desorientado y sorprendido.

– ¿Qué…?, ¿Dónde…?

Restriego mis ojos con la mano, como intento de acelerar el proceso de regreso a la vigilia. Tras unos instantes de confusión, vuelvo a la dura realidad. Suspiro profundamente y me giro hacia el borde de la cama.

No estás. No me acostumbro a la idea de que me dejaste, que no volverás.

Otro camino inacabado que me sitúa de nuevo en la casilla de salida. Un paso adelante para marcar un nuevo rumbo sobre la arena de la vida.

Fotografía de freshelectrons

No…

No, no necesito que me digas lo que tengo que hacer.

No, tampoco hace falta que me recuerdes constantemente lo que hago mal.

No, no quiero que te apiades de mí.

No, sigo sin encontrar lo que busco.

No, no pretendo cambiar tu opinión.

No, ahora no te pido consejo.

No, no voy a dejar de ser inconformista.

No, hoy no tengo humor para reír tus bromas.

No, no tengo porqué ser siempre paciente.

No, las cosas se pueden hacer de muchas formas.

No, no siempre lo óptimo es lo bueno.

No, hoy no me pidas explicaciones.

No, aún no he perdido la esperanza.

No, no es momento de ayudarme.

No, sólo necesito desconectar.

Vuelves

Vuelves, tras un paréntesis en tu vida personal.
Vuelves, tras una temporada de frío silencio.
Vuelves, tras estar escondido en una madriguera artificial, escondido de la realidad, escondido de la cruda y más cruel realidad.
Vuelves, con el rabo entre las piernas, tras ser apaleado, humillado, ninguneado.
Vuelves, recién caído del falso pedestal que te erigía como adalid de cartón.
Vuelves, mientras otros saborean las mieles de victoria que tanto sacrificio te ha supuesto.
Vuelves… al menos vuelves con la lección aprendida.

Fotografía de XiXiDu

El punto y final

– Hola…

El silencio se apoderaba de la estancia tras los últimos ecos que rebotaban sobre las desnudas paredes de la casa. Fría, oscura… la sensación de humedad y el olor a cerrado copaban todos los sentidos.

– ¿Hola?…

Extrañado por la situación en la que encontré aquella casa que hace tantos años fue mi hogar, me adentré por el pasillo  para dirigirme a la ventana más cercana. No, no había luz. Tras varios intentos para encender la lámpara de la entrada me percaté del abandono al que estaba condenada aquella vivienda.

La sala de estar ya no estaba tal y como la recordaba: Los mismos muebles cubiertos de una capa de polvo que evidenciaba el paso del tiempo, el sofá, decolorado por la luz del sol que se colaba por la ventana, presidía la sala… pero faltaban las cortinas que vestían aquella solitaria ventana, faltaba el cuadro que pintó mi abuelo, aquel que reflejaba, a su manera, la playa que me vio crecer…

Han pasado tres años desde que salí por aquella puerta, violentado por la última discusión que acabó con toda esperanza de reconciliación. Mi huida hacia adelante para escapar de continuas disputas me llevaron a abandonar aquella casa y dejar atrás varios años de infelicidad. Un nuevo país, un nuevo continente… una nueva oportunidad de empezar mi vida desde cero.

Hoy era el día en que regresaba para poner el punto y final a aquella historia… y ha sido la historia la que hace años puso el punto y final.

Fotografía de Super G