…y en ese momento, todo se convierte en silencio.

Varias veces os he confesado alguna de mis huidas del ruido de la ciudad. Es algo que de vez en cuando necesito. Hay pocas cosas que me pongan más irritable que el ruido constante, y no poder desconectar del ruido me crispa en exceso. Los gritos tampoco… y es una forma bastante común de comunicarse.

En esta sociedad no se valora el silencio; Incluso el solicitar que se reduzca el nivel de ruido suele estar mal visto (sobre todo cuando necesitas repetirlo varias veces), y aún así, no se suele conseguir. Pecando de autista, la única solución que he encontrado es aislarme del mundo exterior ayudado por música. Ya hace varios años que lo incorporé en la biblioteca de la universidad (muy baja y normalmente clásica), en la calle (a un volumen moderado, con música o radio hablada), y en el trabajo (lo que tenga en el ordenador, a un volumen bastante bajo).

No es la solución, porque básicamente tapo el ruido estridente con otro ruido menos «agresivo», pero hasta hoy no he conseguido encontrar otro método más eficaz.

Uno de las mejores sensaciones que me gusta reproducir es la de ponerme la música al salir de casa, ir al parque, a una zona tranquila y quitarme los cascos… y en ese momento, todo se convierte en silencio. Así me puedo pasar varios minutos… disfrutando del silencio.

autora de la fotografía gabriela stephanie.

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